viernes, 17 de junio de 2016

"Low profile"

Las proyecciones del sector minero nacional son a todas luces preocupantes. Al margen de la sequía de emprendimientos privados, el paso cansino de los proyectos estatales y la alarmante falta de exploración en las áreas fiscales ahora controladas por el Estado, se suma la pasividad de los actores y operadores del sector, las instituciones profesionales del rubro y los entes académicos.

Todos ellos debieran ser actores de una temática nacional no por nada histórica y esencial en el desarrollo de la nacionalidad: la minería. Asistimos a una indiferencia tan acentuada que ya nadie pregunta, menos opina, sobre los proyectos mineros, sobre la gerencia de las operaciones de explotación actuales, el curso de la licitaciones de nuevos proyectos, las inversiones mineras en curso ni sobre aquellas que circulan en el ámbito oficial que prometen el paraíso pero no acaban de concretarse. Todo el sector minero tiene un "low profile" (perfil bajo) de tal magnitud que instituciones otrora dinámicas en el quehacer minero como la Asociación de Mineros Medianos, la Cámara Nacional de Minería, el Colegio de Geólogos de Bolivia, el Club de Minería y/o la Sociedad de Ingenieros languidecen mirando de balcón como la madre de las industrias también languidece acunada por la informalidad e improvisación imperantes en estos tiempos de cambio.

En un ya antiguo escrito mío del año 2007, recopilado en mi libro De oro, plata y estaño (Plural Ed. 2014, pp. 311-312) citaba: "Hoy más que nunca la participación de la intelectualidad en las decisiones sobre el futuro del país, parece opacada por la embestida brutal de la lucha de intereses", casi una década después la situación ha empeorado, la embestida es hoy de tal magnitud que ya nadie objeta ni discute nada, los intelectuales en retirada, amedrentados algunos, temerosos de represalias los más, solo atinan a preservar sus propios intereses.

El "low profile" es el comportamiento de empresarios, operadores mineros, ejecutivos, instituciones y colegios profesionales. El debate intelectual que precede a las definiciones políticas, parece hoy una cuestión de otras realidades, de otros entornos; lo nuestro parece ser la emoción, el show, los intereses corporativos y la improvisación.

Como apunto frecuentemente en esta columna, el oro, la plata y los demás minerales no son eternos, las coyunturas favorables de mercado tampoco, las reservas actuales de nuestros minerales peor. Sin embargo actuamos como si Huanuni y las otras viejas minas de Comibol no se acabaran nunca, como si el litio del Salar de Uyuni fuera el único proyecto en competencia en el mundo, como si el hierro del Mutún pudiera ser rentable aún si diseñamos un mini proyecto como el que se pretende actualmente, como si la crisis actual de precios de mercado fuera a revertirse mañana. Un poquito de razonamiento indica que esto no será así. Venimos de una década de bonanza de precios que enmascaró la precariedad del sector minero pero, estamos ahora con las vacas flacas a cuestas, se terminó la bonanza y la crisis nos está empezando a cobrar la factura de años de despilfarro donde pensábamos que tocábamos el cielo. La improvisación no permitió que pensáramos en el futuro, hoy no tenemos ni un solo proyecto nuevo de la magnitud de San Cristóbal ni mucho menos. ¿Qué viene ahora? Estimo que las cosas no mejorarán en el mediano ni en el largo plazo, si no volvemos al debate abierto, a la opinión orientadora, al movimiento intelectual, a las proposiciones para cambiar. Sin entrar en ataques arteros ni en posiciones ultristas, la intelectualidad nacional y sobre todo aquella que viene y está en la industria minera, puede diseñar el norte minero para este nuestro país precisamente conocido con ese apelativo por siglos.

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