miércoles, 10 de agosto de 2016

La minería boliviana en la proyección del desarrollo nacional

Dadas las actuales condiciones en que se debate la minería nacional, como lo reflejan los expertos entendidos en la materia y hasta algunas ex autoridades del Ministerio de Minería y de la Comibol, este rubro productivo no levanta vuelo y en la analogía del caso está apenas carreteando en una amplia franja de oportunidades, pero carente de los instrumentos necesarios para elevarse.

Hay optimismo en el sector oficial, cuando paulatinamente se incrementan más eslabones a la cadena de datos sobre inversiones para encarar proyectos de altura, multiplicando ideas, mencionando cifras programadas para desarrollar algunos emprendimientos que, dicho sea de paso, se anunciaron con bombos y platillos, pero a la hora de evaluar su avance resulta que lo único que cuenta es el ánimo optimista de algunos jerarcas de la minería (estatal), pero proyectos en función de desarrollo, propiamente ninguno.

La minería desde siempre ha marcado la condición de nuestro país como eminentemente minero. Así ha sido, en el proceso de crecimiento de la República la historia resalta el interés que nuestra riqueza despertó en los conquistadores del otro lado del mundo, que se dieron modos para llegar a estas latitudes y ponerle la mano a nuestra riqueza minera, se entiende aprovechando los beneficios del negocio que hicieron con nuestros minerales.

La historia ha cambiado desde la Fundación de la República, pasando por muchas instancias revolucionarias, por graves periodos de oprobiosas dictaduras y también por procesos democráticos, algunos autoritarios, pero que igual aprovecharon de la minería boliviana.

Poco se hizo de manera general para modernizar nuestra minería, las condiciones de explotación siguen siendo muy parecidas a las que sirvieron para extraer la riqueza, sin compensar adecuadamente el volumen de las operaciones mineras que marcaron el ritmo de la economía boliviana.

Un cambio influido por las necesidades de explotar otro de nuestros recursos naturales, nos llevó a la urgencia de utilizar nuestra riqueza petrolera e ingresar en el tratamiento de los hidrocarburos, dando prioridad a la exploración y extracción del gas, aprovechando las condiciones favorables para su exportación a los mercados de Brasil y Argentina, algo saldrá muy pronto también con el Perú. Ese hecho opacó de algún modo el valor de la actividad minera que coincidentemente confrontó un bajón de precios internacionales y disminuyó su volumen productivo.

Pero la minería como tal, pese a los avatares circunstanciales que se dan en los procesos de su tratamiento, sigue teniendo una condición de "reserva" estratégica que está aflorando con futuro promisorio si se toma en cuenta la concreción de proyectos como el litio en los salares o el hierro en el Mutún, sin dejar de lado la existencia de otros yacimientos de oro, plata, zinc, cobre, plomo y otros que sólo esperan su extracción en función a un programa de desarrollo minero.

Ahí está el problema. Minerales tenemos, ideas no faltan, profesionales en abierta formación para manejar la minería y metalurgia, pero no hay una política minera definida que marque el rumbo de recuperar y reactivar el sector, otorgándole la importancia que merece, por ser el factor de seguridad para el futuro nacional.

Una verdadera política minera, Comibol reestructurada como instrumento operativo - administrativo, la Ley Minera debidamente reglamentada y claras reglas de juego para inversiones son requisitos para proyectar la minería de mañana.

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